En Chile, política, medios y redes hoy están bajo cuestionamiento


Chile ya ha comenzado el largo camino electoral que nació en el plebiscito constituyente a fines de 2020. Luego de estaciones de menor peso, en los pasados 15 y 16 de mayo se llevó a cabo la elección para Convencionales Constituyentes Generales, gobernadores alcaldes y concejales. El proceso político chileno generó grandes expectativas. Los resultados han mostrado sorpresas ya que la primera lectura develó que los partidos políticos que ocuparon el escenario central del país desde 1990 hasta 2019 fueron castigados por la ciudadanía, al menos al nivel país, ya que en la instancia de alcaldías el rechazo fue menor. La elecciones de convencionales constituyentes fue la que atrapó la atención debido a que serán ellos quienes redactarán la nueva constitución del país. La continuidad de los lineamientos básicos de políticas públicas del país están hoy bajo discusión. La sorpresa estuvo dada por la performance de la lista de izquierda Apruebo Dignidad; la de independientes Lista del Pueblo, agrupación de que agrupó a parte de quienes se organizaron a partir de las marchas que se desataron en octubre de 2019; la de independientes no neutrales, quienes intentan rescatar valores de la vieja Concertación Nacional; los independientes ambientalistas; y candidatos sin agrupación precisa. La participación fue significativamente baja para la importancia de la elección, ya que llegó al 43%.

Los análisis más detallados luego de días del sufragio muestran otros datos conexos que aportan riqueza al marco general. Los candidatos que surgieron de la elección muestran que la ciudadanía no solamente se pronunció contra una elite política. También manifestó su rechazo a quienes sostuvieron su postulación con fuerte presencia en los medios de comunicación tradicionales así como en las redes sociales. Eduardo Arriagada describe en este artículo que tanto el candidato a gobernador por Santiago de Chile, Pablo Maltés, como su pareja, la diputada Pamela Jiles, quienes a pesar que hicieron una fuerte campaña con presencia en los medios de comunicación tradicionales, fueron rechazados por la ciudadanía. Según este artículo de La Tercera, la mitad de los candidatos con presencia en los medios accedieron a la Convención. Tener presencia en Twitter, Facebook o Instagram no es garantía de apoyo en las urnas. Andrés Azocar destaca algunos casos en este artículo. Este cuestionamiento in totum al establishment chileno era previsible. Según el último resultado de la encuestadora Latinobarómetro dedicado al país (Chile 1995-2020), el apoyo al sistema democrático era muy alto.

Sin embargo, la insatisfacción con el presente democrático era la más alta en los últimos veinticinco años. Esto muestra que la ciudadanía chilena tenía confianza en el sistema, pero no en los actores principales ni cómo se desenvuelven en la práctica.

Los partidos políticos no son ya instituciones que la sociedad chilena considera referentes para canalizar inquietudes acerca de cómo administrar el país. Las listas de independientes por fuera de los partidos tradicionales no son así una sorpresa.

Los medios de comunicación son considerados actores sin poder dentro de la constelación de los involucrados en la sociedad. Su presencia es marginal a la hora de definir intereses de peso en el país.

El año pasado, un trabajo de la consultora Cadem mostraba que la importancia y el impacto de las redes sociales en la sociedad había que tomarlos con cautela. Las redes son indicadores aproximados, pero no son garantía de éxito o predicción electoral.


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