La cuestión de los algoritmos y la exitencia de cámaras de eco a partir del consumo de noticias en las redes sociales es un tema que preocupa al ambiente universitario y al político. Estas cámaras de eco reforzarían las opiniones preexistentes y crearían burbujas que dificultarían el debate público y a su vez fortalecerían la polarización política en las sociedades. Han surgido nuevas investigaciones que ponen en duda estas afirmaciones. En este caso citaremos tres trabajos recientes que conciernen a población de Estados Unidos que consumió contenidos de noticias en las redes Facebook e Instagram. Por un lado, una investigación dirigida por Brendan Nyhan y publicada en la revista Nature titulada “Like-minded sources on Facebook are prevalent but not polarizing” (“Fuentes con perspectivas similares en Facebook son preponderantes, pero no son polarizantes”) sostiene que la población afectada en el estudio no ve mayormente noticias y que un grupo reducido es el que ve intensamente contenido con una mirada similar a la propia. El experimento consistió en reducir el consumo de contenidos de perspectivas similares a lo largo de tres meses para un grupo, mientras que en el grupo de control no hubo cambios. El resultado fue que las opiniones de ambos grupos no variaron significativamente. Esto implicaría que los algoritmos que direccionan noticias o contenidos con una perspectiva similar a la del ususario no tendrían un efecto significativo en las audiencias. Un segundo trabajo de investigación liderado por Andrew Guess, publicado en Science con el título “How do social media feed algorithms affect attitudes and behavior in an election campaign?” (“¿Cómo los algoritmos de las redes sociales afectan las actitudes y la conducta en una campaña electoral?”) llega a conclusiones parecidas. Los investigadores consideraron usuarios de Estados Unidos de Facebook e Instagram. A un grupo le mantuvieron la generación de contenidos por algoritmos y a otros se los dieron por orden cronológico de aparición, no por afinidad de perspectiva. Tampoco hubo aquí una diferencia sigificativa en ambos grupos en cuanto a cuestiones actitudinales relativas a una campaña política. Guess lideró otro trabajo también publicado en Science bajo el título de “Reshares on social media amplify political news but do not detectably affect beliefs or opinions“(“Reenvíos en las redes sociales amplifican las noticias políticas, pero pero no afectan perceptiblemente las creencias y las opiniones”). En este experimento a un grupo se le redujeron los contenidos compartidos por parientes, amigos y conocidos, por lo cual el objetivo era reducir el consumo de contenidos viralizados. El resultado también fue similar: no hubo diferencias en cuanto a polarización entre quienes siguieron con las prácticas habituales de acceder a contenidos viralizados y quienes no. Si bien estos trabajos son limitados, porque las exigencias de los experimentos implican que duran pocos meses, es cierto que abren la ventana para relativizar el impacto político de los contenidos de las redes. Si hay cámaras de eco o polarización política estarían fundadas en una interacción más amplia que incluiría medios y relaciones de pertenencia social. El seudoambiente descripto por Walter Lippmann hace un siglo atrás, aquel entorno que los seres humanos nos construimos por ser seres finitos y sin la potencialidad de comprender todo los que sucede a nuestro alrdedor, estaría alimentado por una amplia gama de fuentes e interacciones sociales en las que las redes sociales serían una más; importante, pero no llegarían a cumplir la condición de ser una causalidad de fenómenos como los de la polarización política.