El economista Branko Milanović, conocido por sus trabajos acerca de la desigualdad en las sociedades, publicó una columna en su portal sobre el papel de los medios y las redes sociales. La original se titula “Freedom to be ‘wrong’: the only real advantage of democracy“. Esta columna fue reproducida en castellano en el portal Letras Libres con el título de “La libertad de estar ‘equivocado’: la única ventaja real de la democracia“. Milanovic cuestiona la idea de una democracia sin el reisgo de un conflicto. Es crítico de un orden relativamente monocorde donde aquello que se debata sean detalles de menor cuantía. Es por ello que no esá de acuerdo en añorar la democracia estable propia de los países occidentales durante la Guerra Fría. Es por ello que la polarización política, la desinformación y las fake news y la limitación a la oferta de contenidos informativos, algo propio de la segunda mitad del siglo XX son fenómenos que no volverán y no necesariamente fueron positivos. A continuación algunos de los párrafos destacables de la columna.
“¿Cuál crees que es la principal ventaja de la democracia frente a la dictadura?
Tras pensarlo un rato, mi respuesta fue: la libertad de leer y escuchar lo que quiera, y de decir lo que quiera. Y me parece que eso es todo. No creo que la democracia conduzca a un mayor crecimiento, a menos corrupción o a menos desigualdad. No hay pruebas de ninguna de esas cosas. Por decirlo quizá con demasiada fuerza, creo que la democracia no tiene ningún efecto sobre ningún fenómeno social real, pero sí permite a la gente, a nivel puramente personal, sentirse mejor al acceder a información más diversa, y expresar cualquier opción que tenga.
Pero en los últimos tiempos esa definición de la ventaja de la democracia ha estado bajo el ataque de gente que piensa que las redes sociales conducen a las “noticias falsas”, la fragmentación de la opinión pública, la polarización de la política y todo tipo de fenómenos nocivos. Y luego pintan un mundo de fantasía en el que todo el mundo está de acuerdo en todas las cuestiones y defiende los valores liberales en los que cree. Para mí, eso es precisamente el debilitamiento o la destrucción de la parte más valiosa (o la única valiosa) de la democracia.
Pero no creo que la gente vaya a tener nunca la misma opinión sobre cuestiones clave que tienen que ver con la organización de las sociedades. Siempre habrá importantes diferencias de valores y orígenes.
Entre la uniformidad de opinión que se impone a través del control de los medios de comunicación (personificada por la televisión) y la pluralidad, o incluso la multitud infinita, de puntos de vista que ofrecen los ecos de los medios sociales, hay que elegir lo segundo.
No debemos tener miedo a la polarización y al desacuerdo. Son mucho mejores que la unanimidad.
La ideología liberal expansiva crea conflictos innecesarios al insistir en que en todas las cuestiones políticas y sociales importantes la gente debe compartir la misma opinión, y al denigrar a quienes no lo hacen. Muy a menudo sueñan, sobre todo si son mayores, con el regreso de un mundo de tres canales de televisión estadounidenses y dos semanarios que tuvieran siempre las mismas noticias y la misma portada. Esto, se supone, creó un consenso de gente sensata. Pero lo hizo solo porque los demás no podían opinar. Ese mundo, creo que afortunadamente, nunca volverá porque internet lo ha hecho imposible. Pero en lugar de pensar que eso es algo negativo, deberíamos abrazar la libertad de pensar lo que queramos, y de decir lo que queramos (por extraño que pueda parecer a los demás). Porque probablemente esa es la única ventaja real de la democracia”.