El Colegio de Periodistas de Chile a través de su Tribunal de Ética y Disciplina resolvió expulsar de su cuerpo al director del tradicional diario El Mercurio, Agustín Edwards. La acusación deriva en dos hechos: por un lado, el apoyo del diario al golpe de estado que derrocó a Salvador Allende e instauró al general Augusto Pinochet como presidente de Chile, y por otro, custionamientos a la cobertura periodística de la visita al país del Papa Juan Pablo II en 1987. Ambos son considerados hechos gravísimos por la entidad y violan principios de su código de ética. La defensa de Edwards sostiene que estos hechos ya fueron sometidos a revisión por el tribunal y el director del diario fue sobreseído. En este caso puntual, la acción ocurre en un país donde los medios gráficos tienen un nivel alto de concentración. La resolución surgió a días del congreso que anualmente realiza el organismo, lo cual supone un lugar donde el tema ocupará un lugar de primerísimo nivel en los debates. Este tema vuelve a poner en el centro la cuestión de la ética periodística, la colegiación de la actividad y la identidad de quiénes pueden ser definidos como periodistas (un propietario de un medio, un bloguero, un miembro de un departamento de prensa de una agencia gubernamental o de una empresa, etc.). Esto es, quiénes pueden formar parte del cuerpo, quiénes juzgan y quiénes pueden ser abarcados por determinados criterios éticos. El caso del director de El Mercurio trae aparejado debates más profundos