Observatorio de Medios UCA

El legado de Francisco


El Papa Francisco nos ha ofrecido mucho en sus años de pontificado. Comienza el período de la reflexión acerca de su legado. Su vida ha sido desafiar ciertos aspectos de lo establecido. El rango de campos donde introdujo su mirada personales muy amplio: desde us prácticas habituales que hacen a su ejemplo de via hasta cuestiones teologales. En materia de comunicación, medios y periodismo nos limitamos aquí a su discurso con motivo del Jubileo de la Comunicación que el Santo Padre acercó el pasado 25 de enero de 2025. Algunos extractos:

En primer lugar, dar las gracias a todos los trabajadores de la comunicación que ponen en peligro su vida para buscar la verdad y denunciar los horrores de la guerra. Deseo recordar en la oración a todos los que han sacrificado su vida este último año, uno de los más letales para los periodistas”.

También quiero recordar junto a ustedes a todos los que están en la cárcel simplemente por haber sido fieles a la profesión de periodista, fotógrafo, operador de vídeo, por haber querido ir a ver con sus propios ojos e intentar informar de lo que han visto.

Pido a quienes tienen el poder de hacerlo que todos los periodistas injustamente encarcelados sean liberados. Que se abra también para ellos una “puerta” por la que puedan volver a la libertad, porque la libertad de los periodistas hace que crezca la libertad de todos. Su libertad es la libertad de cada uno de nosotros”.  

Pido -como he hecho muchas veces y como han hecho también mis predecesores antes que yo- que se defiendan y salvaguarden la libertad de prensa y la libertad de pensamiento, junto con el derecho fundamental a estar informado. La información libre, responsable y correcta es un patrimonio de conocimiento, experiencia y virtud que se debe preservar y promover. Sin ello, corremos el riesgo de no poder distinguir la verdad de la mentira; sin ello, nos exponemos a prejuicios y polarizaciones crecientes que destruyen los lazos de la convivencia civil e impiden reconstruir la fraternidad.

La del periodista es más que una profesión. Es una vocación y una misión. Ustedes, los comunicadores, tienen un papel fundamental en la sociedad actual, en la narración de los hechos y en la forma de contarlos. Lo sabemos: el lenguaje, la actitud, el tono pueden ser decisivos y marcar la diferencia entre una comunicación que reaviva la esperanza, tiende puentes, abre puertas, y una comunicación que, por el contrario, aumenta las divisiones, las polarizaciones, las simplificaciones de la realidad”.  

La suya es una responsabilidad particular. La suya es una tarea valiosa. Sus herramientas de trabajo son las palabras y las imágenes. Pero antes que ellas, el estudio y la reflexión, la capacidad de ver y de escuchar; de ponerse del lado de los marginados, de los que no son vistos ni oídos; y también de reavivar – en el corazón de quienes los leen, los escuchan, los miran – el sentido del bien y del mal y la nostalgia por el bien que ustedes cuentan y del que, al contarlo, son testigos”.

Necesitamos una alfabetización mediática para educarnos a nosotros mismos y a los demás en el pensamiento crítico, en la paciencia del discernimiento necesario para el conocimiento; y para promover el crecimiento personal y la participación activa de todos en el futuro de sus comunidades. Necesitamos empresarios valientes, ingenieros informáticos valientes, para que no se corrompa la belleza de la comunicación. Los grandes cambios no pueden ser el resultado de una multitud de mentes dormidas, sino que comienzan con la comunión entre corazones iluminados”.

La metamorfosis de Pablo se produjo por su encuentro cara a cara con Jesús resucitado y vivo. El poder para emprender un camino de cambio transformador lo genera siempre la comunicación directa entre las personas”.

Me gustaría enlazar con el tema del poder transformador de la narración, de contar y escuchar historias”.

Las historias revelan que formamos parte de un tejido vivo; el entretejido de los hilos con los que estamos conectados unos con otros. No todas las historias son buenas y, sin embargo, también estas hay que contarlas. El mal debe ser visto para ser redimido; pero hay que contarlo bien para no desgastar los frágiles hilos de la convivencia”.

Con motivo de este Jubileo, entonces, les dirijo otro llamamiento a ustedes, aquí reunidos, y a los comunicadores de todo el mundo: cuenten también historias de esperanza, historias que alimenten la vida. Que su arte de contar historias ( storytellling) sea también arte de contar historias de esperanza  (hopetelling). Cuando cuenten el mal, dejen espacio para la posibilidad de remendar lo que está desgarrado, para que el dinamismo del bien pueda reparar lo que está roto. Siembren interrogantes. Contar la esperanza significa ver las migajas escondidas del bien incluso cuando todo parece perdido, significa permitir que haya esperanza incluso contra toda esperanza. Significa percibir los brotes que están naciendo cuando la tierra aún está cubierta de cenizas. Contar la esperanza significa tener una mirada que transforma las cosas, que las hace convertirse en lo que podrían ser, en lo que deberían ser. Significa hacer que las cosas caminen hacia su destino”.

Este es el poder de las historias. Y esto es lo que les animo a hacer: contar la esperanza, compartirla. Esta es – como diría San Pablo – su «buena batalla»”.


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