Redes sociales ≠ Polarización política


La cuestión de la polarización política, “political divide“, “brecha” o “grieta”, esto es, una división irreductible en un país entre dos visiones de sociedad, es algo que ha concentrado la atención de estudios en ciencia política, sociología y comunicación. Tanto en los trabajos académicos como en los comentarios de líderes de opinión así como en la opinión pública en general asoma la suposición que son las redes sociales las causantes o, al menos, las promotoras de esta polarización. Sin embargo, están apareciendo trabajos que contradicen esta perspectiva. Uno reciente es el desarrollado por Levi Boxell, Matthew Gentzkow y Jesse M. Shapiro. En un paper titulado “Cross-Country Trends in Affective Polarization” – tendencias sobre polarización afectiva a partir de cruzar casos nacionales – ellos encuentran que no es así. El trabajo es de tipo cuantitativo y toman los casos de Estados Unidos – como base -, Canadá, Nueva Zelanda, Suiza, Australia, Noruega, Gran Bretaña, Suecia y Alemania. Definieron polarización afectiva (affective polarization) como aquella cuando un ciudadano tiene más rechazo hacia otra posición política que apoyo a la propia. Esto es, su visión política está fundada más por la negatividad – aquello que no quiero – más que por lo positivo – aquello que quiero -. Los autores tomaron encuestas de opinión entre 1975 y 2017 de los países citados para intentar develar qué variable o variables causan la polarización. El primer dato es que la polarización no afecta a todos lo países por igual. Como se ve en el gráfico siguiente, mientras que creció en Estados Unidos, Canadá o Suiza, se mantuvo estable en Nueva Zelanda, Australia y Gran Bretaña, mientras que decreció en Noruega, Suecia y Alemania.

Estos datos fueron cruzados por el índice de penetración de Internet y de banda ancha. El resultado es que estas variables no afectaron el nivel de polarización.

Cruzando otra variables (inequidad/coeficiente Gini, articipación del comercio en el PBI, proporción de nacidos en el extranjero, proporción de no blancos). Esta última, el aumento en la proporción de no blancos, según la metodología considerada por los autores, sí podría tener alguna incidencia en la polarización política.

Otra posible explicación sugerida por los autores, considerando otro trabajo previo de ellos, así como trabajos de otros investigadores, podría haber causalidad entre la presencia de cadenas fundadas en periodismo “militante”, “de trinchera”, “de barricada”, “partisan“. Los países que observan una caída de la polarización afectiva se caracterizan por contar con sólidas cadenas públicas. Esta perspectiva iría en sintonía con la visión clásica de Robert Putnam en “Bowling Alone” que intenta explicar el debilitamiento de la sociedad civil norteamericana a partir de la creciente presencia de la televisión en los hogares estadounidenses. Eso sí. Para los autores, una cosa es segura: las redes sociales no generan polarización.


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